¡Aquí no se improvisa! Es lo primero que se siente cuando uno ve el trabajo de Joan Alarcón, un artista que inició tatuando hace doce años aquí en Cali. Para los que no saben, este man ha hecho del dibujo la base de todo lo que hace y es conocido por ser un tatuador brutalmente estándar a la hora de hacer su trabajo, además es el dueño de Kabuki Tattoo, un estudio de tatuajes que tiene mas de siete años de actividad y en el cual muchos caleños han dejado que él les marque la piel.
Llevar un tatuaje en el cuerpo es tan personal como el número de cédula, pero en Cali hay bastante desconocimiento al respecto y aunque en los últimos años ha habido una explosión de pieles tatuadas andando por ahí, para muchos es sinónimo de ser un bicho raro.
Nos encontramos con Joan Alarcón, un man referente en esta subcultura de maquinas y tintas; estamos parchados en su estudio porque hemos acordado hablar sobre la escena del tattoo de nuestra ciudad y mostrar lo que él man hace.
Mirá el que se meta a esta profesión de tatuador debe tener todo un paquete. Yo me he metido en la mente que uno debe ser una persona muy estándar a la hora de hacer el trabajo, como decía mi papá “uno no debe ser ratero, a ratos sí, a ratos no”. Entonces si vas a ser el tatuador de una ciudad tenes que ser limpio, tenes que manejar todo tipo de piel, oscuras, claras, queloides, la atención al cliente, que la persona no se siente atropellada, tenés que saber manejar todo ese tipo de cosas y el cliente debe buscar eso, no solamente que el tattoo le quede bien hecho porque pueda que no tenga gracia para él.
Creo que más en alto grado de detalle y líneas, uso menos el color.
Me caracterizo mucho en lo que es Old School, casi no me gusta combinar lo estilos actuales con los estilos antiguos, aunque todo vaya en evolución, la sombra, los colores y los conceptos, siempre trato de manejar la escena tradicional del estilo.
Sí, mi propuesta es alterar la fotografía y el alto contraste en el tattoo. Pero hablando de una especialidad, últimamente lo que más he usado es el Black and Grey, y como te comentaba anteriormente lo de la fotografía, eso me acerca al realismo.
Inicialmente fueron las revistas y los amigos con muchas ganas de tatuarse, luego vinieron los estudios de tatuajes y ahora que todo está en línea y lo programas de televisión, eso motiva mucho.
Claro, Victor Portugal y Fredy de españa me parece genial.
Aquí trabajamos con material desechable y siempre mantenemos el área limpia, además tenemos conocimientos de bioseguridad. Ser limpio y desechable es muy importante.
El trabajo que se destaca en Kabuki Tattoo es que todo es personalizado, no tenemos que pasar muchos filtros para que el cliente tenga contacto con nosotros, es solo que tenga una idea clara y la disposición de tatuarse.
Los artistas le exigimos mucho al cliente ser puntuales porque a veces no nos sentimos listos para arrancar en punto, pero es importante que la persona esté y que si uno da una hora, tratar de estar pegado a esa hora para no retrasar procesos del mismo tatuaje o otras citas.
Ahora estamos cobrando la sesión de seis a ocho horas, setecientos mil y una tarifa mínima de cien mil.
Te puedo decir que casi no la frecuento. Yo sé que estoy dentro de esta subcultura pero no estoy dentro de una escena como tal, pero sí deberíamos conocernos más unos a otros para poder opinar sobre el trabajo sin hacer una apreciación que no conozca.
Hay muchos oís, y el que no es bueno hoy puede serlo mañana. He visto muchos pelaos que han comenzado y terminan siendo excelentes tatuadores, pero sí, solo hay un puñado, como por ejemplo Alvaro Calle, que su superación en el arte es muy bueno, también es admirable lo que hace Italo y mucha gente habla de César Hernández.
Sí, que vamos hacer que el tattoo en Colombia sea mejor visto y que nos tengan en cuenta en muchas cosas. En términos personales, te podría decir que lo mejor es estudiar, documentarse e informarse, estar pendiente de todo, y grupalmente organizar mucho pendientes con la Secretaría de Salud para que todos trabajemos formalmente y que no nos vean como un bicho raro en la sociedad sino que nos integren un poco.