La Jauría, una serie que pone en la mesa la violencia de género
¿Cómo comenzar a desparramar tanta letra para hablar de estos nuevos contenidos que nos brindan las grandes y pequeñas plataformas de streaming, como por ejemplo La Jauría?
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El público está a la expectativa de ver más historias cortas en un formato cinematográfico bastante acertado, pero no podemos dejar de darle la bendición a los largometrajes que, si bien durarán años para su reemplazo, vemos que las miniseries toman su lugar en las plataformas, y aquí, a rajatabla, podríamos hablar de diversos géneros que van padeciendo, gracias a las historias cortas exclusivamente.
Citamos a los famosos thrillers. Grandes obras que durante años nos han desconcertado en la pantalla grande y ahora es otra moda debido a una industria que busca la evolución a través de la pantalla chica.
Mientras tanto, Amazon Prime se ha convertido en una interesante competencia para Netflix durante estos meses y con las ideas mejoradas en su contenido original, ha tomado cierto furor, sobre todo en tiempos de pandemia.
La Jauría
Desde el pasado 10 de julio se estrenó la serie chilena La Jauría, dirigida por la Argentina Lucía Puenzo, quien aborda específicamente los crímenes de género. Un policial que se inspira en los hechos ocurridos en España sobre un grupo de violadores autodenominado ‘La Manada’, los cuales abusaron sexualmente de una joven durante las festividades de San Fermín, en el 2016.
¿De qué trata?
La historia se centra en Blanca, una alumna líder del movimiento feminista perteneciente a un colegio religioso de un sector acomodado de Santiago (Chile) que ha sido secuestrada, este caso empieza a ser investigado bajo un grupo de mujeres del (PDI) Policía de Investigaciones, quienes intentan buscar toda la verdad que se va sirviendo tras diferentes sucesos.
Hasta aquí todo bien. Nos centramos en lo que particularmente maneja un thriller policial, el misterio y la búsqueda de un captor, mostrándonos diferentes personajes que van envolviendo al espectador con enormes preguntas y sospechas sobre un responsable.
En este ir y venir la trama nos enfoca a unos jóvenes hombres muy ‘machos’ pertenecientes a un grupo de rugby liderados por un sujeto al que le apodan ‘El lobo’. Un entramado bastante oscuro y digerible que va desde profesores abusadores, hasta sacerdotes y adopciones clandestinas. Todo para ir metiéndonos a un laberinto que no parece tener final.
Con estos tintes todo nos puede sorprender con la buena factura de la serie, locaciones bien realizadas, fotografía atractiva y desempeños actorales lucidos, como en el caso de la gran actriz Daniela Vega, y no puede faltar una dirección clara y unívoca a razón de ser por Puenzo.
Todo aquí puede llegar a ser viable en esta seria feminista, que recurre a todos los temas posibles de nuestra época, que como dato curioso se va labrando en una Chile que despertaba una masiva ola de protestas de mujeres (Ni una menos -) y un sector ardiendo por desiciones que implican un gobierno como el de Piñera.
Toquemos algunos puntillitos en general desde un pequeña forma de ver no tan favorable, como por ejemplo ‘el oportunismo’ que si bien no podría ser un punto negativo cuando hablamos de entrar a una industria que se va consolidando más fuerte en las (plataformas), podría acercarse a un éxito consolidado, llenando algunos vacíos que quedan muy pobres dentro del imaginario como tal.
La Jauría al parecer nos deja una sensación casi irreflexiva, que de tanto redondear en caer bien a un público, va dejando de lado una puesta en escena con muchos frentes irresolutos o tratados de manera superficial.
La serie se empata de lo mismo: deambula la linealidad reduciendo el tema a un problema. Y no es que sea un problema el tocar la ‘clase alta’, que podría ser un buen tópico argumentativo. En cambio, este se beneficia en la búsqueda de un cliché como el secuestro, el abuso, la violación y la verdad no absoluta de un problema sectorial.
En general, hablo del punto inacabado que se concluye todo en un material audiovisual con una fecha de entrega pronta. Puntos que quedan en el aire y que quizás en una segunda temporada podría deambular todas las formas sobre el mundo virtual posible, con tintes feministas (claro) que, si bien son el tren a favor, no se puede descuidar en absoluto el tema principal que intenta abordar con un mensaje contundente.
Se podría analizar este contenido un poco más para que gane campo en una serie rica en la praxis, en planos cortos y elipsis justificadas, que intentan poner en la mesa el tema de la violencia de género y escuchar a las voces que claman justicia. Que por cierto, podría ganar más una audiencia a favor.
No dejen de verla y sacar sus propias conclusiones.
Autor | Edwin Medina
Cine – Sociedad