Vie. Jul 26th, 2024

Hoy escribo para protestar sobre algo que seguro algunos me darán la razón y otros dirán que soy una feminista loca. El hecho es que hace poco me enteré del caso de una trabajadora sexual, que fue abusada por algunos jugadores del Santa Fe, —un equipo de fútbol en Colombia—, mientras ellos celebraban un triunfo en un hotel importante de Bogotá.

Según los testimonios, ella asistió a dicha fiesta y tuvo un encuentro sexual con dos jugadores que le pagarían por sus servicios como parte de su trabajo normal, cada uno de ellos en diferentes tiempos. Sin embargo, en el segundo encuentro entraron a la habitación otros seis jugadores con propósitos de intimar con ella en ese mismo momento, a lo cual la mujer expresó haberse negado.

La mayoría de portales y diarios de información del país publicaron la noticia y gracias a las redes sociales pude leer los comentarios de la gente al respecto. Cosas como: “Eso pasa cuando eres prostituta, no tienes quién te proteja, ni garantías de nada, ¡porque no es un trabajo!», «Ahora sí, ¿muy digna no?”, “Tal vez no le pagaron lo que ella quería, pero esa no es excusa para tratarlos de violadores”, “Ustedes creen que los futbolistas van a enredarse en semejante problema, cada uno con buen trabajo, cada quien con su familia y a exponerse ante cualquier denuncia, ninguno creo que se tiraría la vida así, porque son acusaciones graves y perderías todo lo que construiste como persona….ese cuento no me lo creo”. En fin, amigos y amigas, el hecho de tener un cargo o profesión importante y más tan admirado en el país como el ser futbolista, no significa que sean conscientes que está mal cometer dichos actos. Eso sería como decir que los políticos que nos representan, no nos roban porque saben que no deben hacerlo.

Se tilda de mentirosa a la mujer que ejerce con su cuerpo y es que claro, cómo trabaja a partir de su sexualidad, pensamos que es la culpable o que ella se lo buscó. Incluso muchos llegan al descaro de decir: “para eso se le paga”. Pero que quede muy claro que así ella haya ido por dinero a aquel lugar, nada justifica una violación. Si ella no quería y ese no era el acuerdo pactado, nadie debió agredirla ni pasar por encima de sus derechos y deseos.

El problema es que se nos ha olvidado que somos humanos, que sentimos, que merecemos respeto. Más que buscar culpables y crucificar a alguien, que no es mi propósito en este texto, porque no soy Dios, ni estuve en el lugar, este es un llamado a la sociedad, a usted que está leyendo, a su familia, a sus parientes mujeres y hombres.

Foto: @perazna

Somos tan torpes y tan sucios, que criticamos a una mujer por subir una foto en vestido de baño o desnuda y la tildamos de “mostrona”, “perra”, “incitadora” y venga que esta última palabra me provoca gran molestia.

¿Si uno se viste de cierta forma, entonces tienen derecho a agredirla como si ese fuese un permiso que uno da por “incitadora”? No me vengan con eso.

Ayer una chica preciosa y afectada por este tipo de comentarios me dijo:hoy en día ser mujer, es ser puta, cosa que me provocó gran reflexión y tristeza, porque claro, así nos sentimos muchas, porque se salen de tono. Porque se inventan palabras para denigrarnos, para hacernos sentir mal.

Dos cosas tengo que decir a esto. Primero: ¿qué es ser puta? Y ¿quién es usted para crear palabras y mencionarlas con el fin de hacer sentir mal a otro ser humano? Para mi esa palabra no es nada, porque cada cual tiene derecho a hacer con su cuerpo, con su mente, con su alma, con su vida, lo que quiera. Segundo: No nacimos para vivir la vida de otros. Nadie sabe lo de nadie: ¿Cómo llegó a dónde está? ¿Qué tristezas le aquejan? ¿Qué dolores ha tenido que atravesar? Y sinceramente nadie debe meterse en eso, a nadie debe importarle. Preocúpese por ser feliz, por ser bueno, por tratar a otros como le gustaría que lo traten. Antes de juzgar piense bien, porque la vida da muchas vueltas y en realidad estamos como en una obra de teatro donde un día el papel de otro, que usted tanto critica, podría ser el suyo mañana.

Si bien es cierto que estamos en la época del internet, del mundo de la web, de la falta de privacidad y del “si no quiere que le digan eso, entonces no suba fotos provocadoras”, ya es hora de entender que no se puede ver el cuerpo y la sexualidad como algo anormal, como algo que se deba tomar con morbo. Incluso yo me he sentido así, vista como un objeto sexual, como un pedazo de carne. Comentarios que a veces recibimos y que en mi caso decido tomarme en forma graciosa a menos de que en realidad me molesten. Porque no creo que uno deba quedarse callada, ¿por qué debería? Y es que hasta “feminazi” me han dicho, por hacerme respetar.

Entiendan que el cuerpo no es algo que deba censurarse, si alguien desea posar de la forma que quiera, con mucha o con poca ropa, cobrando o no, porque así le gusta, porque así siente que debe hacerlo, ese no es un letrero de hola, por favor viólame o agrédeme de la forma que mejor te parezca”. Sí, suena fuerte, pero es la realidad y aquí no vamos a tener pelos en la lengua.

Muchas mujeres también arremetemos contra nosotras mismas, nos criticamos, nos envidiamos, inventamos chismes sobre otras por mero odio, ¿de dónde será que nos salen tantas cosas negativas?

En estos últimos días he aprendido algo y es que sí se puede cambiar el mundo, que cada uno poniendo su granito de mostaza, ser mejor en pro de uno mismo y de los demás, sirve para generar trascendencia, para movilizar, para transformar. No sé quién está leyendo esto, no sé si le parezca o no. No tengo idea si usted es de los que morbosean asquerosamente a una mujer, o si se lo guarda en sus pensamientos o mejor decide respetar y tratar dignamente. No sé si usted tiene buen gusto para decir un halago o es burdo para ello. Pero sé que esto al menos lo hará pensar un poquito. Nunca es tarde para ser mejor. Recuerde que tenemos mucho poder, nuestras palabras pueden construir o derrumbar.