ENTREVISTA || En el año 2008, en el barrio Guayaquil de la ciudad de Cali, David Gallego estaba cocinando una orquesta a la que llamaría Clandeskina donde sus integrantes, serían empíricos y universitarios.
Con el tiempo, el sonido experimental, de calle y de barrio, empezó a sonar en las rumbas y por obligación llegaron a la radio comercial. Clandeskina sabía a salsa de los setenta y sus doce integrantes nunca se imaginaron que canciones como “Sonando el Tambor”, que se grabó en una habitación, iba gustar en todo el mundo.
Ocho años después, aunque el panorama de la salsa en Santiago de Cali es una incertidumbre, ellos siguen creando música que perdure en el tiempo, buscando el sueño de ser la orquesta de salsa independiente más importante de Colombia. Por el momento aquí una entrevista con el director de Clandeskina. La orquesta que puso sonar más de treinta y cuatro mil veces a un “Hombre decente”.
Mirá Clandeskina nació hace ocho años y la pretensión que tenía en ese momento era hacer salsa vieja, salsa con golpe. Empezamos haciendo covers y reclutando músicos amigos que no eran profesionales, el único requisito era que le gustara la salsa y tuviera conocimiento de lo que estábamos haciendo.
Eso ha venido desde el principio, siempre lo he tomado en serio, proponiendo y haciendo canciones propias. En ningún momento se tomó la decisión porque desde el inicio sabíamos que íbamos hacer salsa dura y a crear nueva música.
La respuesta puede parecer tonta, pero es que es la música que nos gusta y nos apasiona. Clandeskina es una banda que tiene pasión por lo que está haciendo.
Mirá yo no sé exactamente, pero recuerdo que cuando era niño escuché “Lágrimas” de la orquesta la Inmensidad y recuerdo que con esa canción empecé a sacar los instrumentos en mi cabeza, sabía lo que hacía cada uno. Pero fue una cosa muy mía, nadie me lo explicó y a raíz de ese encuentro con esa canción me metí en el cuento.
Si hablamos del público, había una generación huérfana que está entre los 25 y 30 años porque los sitios de salsa anteriormente eran muy cerrados o demasiado especializados, sin embargo a raíz de ciertos fenómenos como lo fue La Fuente, donde iba gente que no tenía ni idea de salsa, y le dijo a los jóvenes “este es un espacio donde se puede oír salsa y no hay nada más caleño que sentarse a tomar una Poker, mirando el río y oyendo a Richie Rey”, mucha gente se conectó con la programación musical del lugar y empezó a buscar. Luego llegó El Rincón de Heberth, luego La Topa, y si eso no hubiera ocurrido, probablemente actualmente la juventud no hubiera encontrado estos espacios.
Fue con Sonando el Tambor. Esa canción salió en marzo de 2011 y hay que darle las gracias a los dj’s de barrio, a la emisoras universitarias y en internet. Eso sucedió sin nosotros planearlo y sin hacer estrategia. Fue una ola que se regó y para diciembre la canción ya estaba en estos espacios y en la radio comercial.
Hay mucha salsa hoy en día que es pre fabricada, parece que ya tuvieras el sonido de las maracas, de la conga afinada, una letra romántica y listo. Y eso está bien pero eso no puede ser lo que representa toda la salsa que se mueve en Cali. Creo que se dejó de hacer salsa con el corazón y se empezó a pensar con el billete. Se hace salsa comercial, fría, pobre y sin alma, que al final no es comercial. Si vos no le pagás payola no te funciona. El hecho de que Clandeskina lleve ocho años es una muestra de que hay que ser muy terco y que hay que persistir porque las condiciones para la salsa en Cali son muy complicadas.
A eso hay que verle varios puntos. Primero, la salsa en Cali se vive de una manera muy informal, no necesitas La Topa, La Cola del Perro, Salsa al Parque o Changó para que la salsa exista, la salsa existe sin lugares. Segundo, para las bandas en Cali es muy complicado permanecer vigentes por la payola y la falta de espacios de circulación. Y tercero, la gente se desacostumbró a ver orquestas en vivo.
Nunca, porque nosotros no estamos de acuerdo con esa manera de trabajar, no nos parece honesto. La música debe sonar porque vos la compartiste en Youtube y de ahí la compartió alguien más y se expandió, pero pagarle a una emisora es dañar nuestro camino.
Las orquestas existen y permanecen en el ambiente salsero en la media que haya espacios de difusión para su música, ya sea lugares donde la pongan o se pueda tocar en vivo.
Sabes es un momento complicado porque las presentaciones en vivo no son tan abundantes y no nos suenan en la radio. Es mucho más práctico contratar a un artista como Jimmy Zaa, Los Traviesos o Cali Flow Latino, que contratar a Clandeskina, son agrupaciones que están pegadas y nosotros no somos masivos, solo hacemos canciones que perduren en el tiempo. Salsa con las bases de los setenta.
Clandeskina pegó porque las emisoras que nos tocaban no sabían que éramos colombianos y al ver que estábamos pegando en las rumbas de barrio, las emisoras se vieron obligadas a programarnos. “Sonando el Tambor” pegó porque gustó, no porque hubo payola o promoción.
Sí, es muy gracioso porque cuando íbamos a las entrevistas nos decían eso, y hubo un director de una emisora que me dijo, con todo el descaro del mundo, “yo hubiera sabido que eran de aquí, no les ponía a sonar la canción, yo les cobraba”.
El presente y el futuro de Clandeskina depende de cómo nos consolidemos con el público salsero fuerte, no con el público salsero masivo. No dependemos de éxitos comerciales sino de una música que perdure en el tiempo.
Lo que queremos hacer en este momento es salir, girar y abrir puertas para los demás grupos. También estamos trabajando en el nuevo álbum que ya está en un 80% adelantado.
Nuestro norte es ser la orquesta de salsa independiente más importante de Colombia y eso implica que ser una orquesta firme que haga salsa auténtica con las bases de los años setenta.