En un mar de muchos colores

Mirando la tormenta de estrellas que llevan amor,
no sabía qué hacer, así que pedí un deseo.

Cerré los ojos
y en el lenguaje de la locura dije:

– ¡Que los que están muertos se amen!

Sentía las estrellas sobre mi rostro.
Estaban frías e iluminaban lentamente mi espíritu.

Eran estrellas disparadas desde el cielo que me estaban curando.

Entonces aferré mis raíces a la tierra
y escribí un poco de poesía en aquella noche azul.

¡Eres mi sombra!
Eres mi luna donde bailo la danza del exilio.

La tormenta de estrellas se hizo más fuerte
y los rayos tronaban por encima de mis miedos.

Otra noche más…
Fría y llena de desespero en donde puedo volar y actuar.
Matar el dolor con gusto,
y hacer de mis días
poemas felices.

Esta noche una tempestad de estrellas me inspira.
Derramo la tinta negra sobre un papel,
dejando en él
toda la rabia que llevo guardada desde hace un buen tiempo.

La tormenta se está haciendo más fuerte.
pero soy un tipo dispuesto a pelear,
armado de silencio contra las miradas que destruyen a los buenos hombres.

Pero es momento de escribir.
Me siento tan cerca de las estrellas fugaces que caen sobre mis raíces
y tan desesperado por el viento frió que golpea mi cuerpo
que trato de volverme poeta de recuerdos y deseos,
porque cuando escribo jodidamente fuerte,
todos bailan con los ojos cerrados,
dando vueltas sobre el pasado
mientras los peces se comen mi melancolía con alegría
en un mar de muchos colores.