Vie. Jul 26th, 2024

Me cuesta comprender el verdadero valor de los mercados culturales, su manera de organizarse y armar curadurías. Me parecen espacios de un gran valor pero me apena ver que el manejo que les dan, es más de amiguismo y turismo cultural.

Hace mucho tiempo que tenía ganas de escribir sobre este tema y esas ganas crecieron luego de pensar en un viaje de 25 horas en autobús, —hábito que tengo hace años y me ha dejado la espalda hecha añicos—, en una esas giras interminables que me llevaron a lugares donde la mayoría de las veces no llegan los artistas, ni mucho menos los gestores culturales con ínfulas de managers. 

Sitios donde la palabra industria suena a algo muy lejano y la construcción se hace desde la base y la conexión con el valor local. Esos puntos que parecen no interesar pero que son el semillero de la identidad cultural de pueblos o pequeñas ciudades que no se consideran rentables o no se presentan como objetivo importante a tener en cuenta y apoyar.

Durante años me puse como meta recorrer América Latina buscando música nueva, lo que se fue tornando de a poco, en un vínculo con los grupos de diferentes lugares a los que llegaba. 

Lo realicé bien o mal, no lo sé, pero lo hice.

Fueron 15 años, en los cuales hice ocho veces el trayecto de sur a norte y norte a sur (Argentina-México-Argentina) lo hice en autobús como mi principal medio de transporte. En este lapso de tiempo recorrí casi 40 países en los que produje eventos y shows, llevé grupos de gira, pinché como dj, me enrumbé, lloré, reí, hice amigos que hoy son familia, conocí infinitos ritmos musicales, fui manager, fui stage, fui booker, comí en cada mercado que se cruzara en mí camino, me metí en cuanta sala de ensayo hubiese y a la que fui invitado, para conocer más a profundidad la música de cada región.

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No soy Luisito Comunica ni Anthony Bourdain, pero sí alguien curioso que disfruta de unir gente desde la música, además, nunca he creído que lo importante pase por ponerse rótulos, ya sea de gestor cultural, manager o dj exitoso. 

Quienes me han conocido en este camino saben que prefiero la acción al discurso vacío, por esto mismo a veces me entristece ver como en este último tiempo, en cada país que he visitado, han proliferado agentes rotulados como managers o gestores culturales que no diferencian la escala de valor de la industria musical y poco aportan a la cultura. 

Hoy que la explotación laboral está en todos los sectores, siendo la industria musical uno de los más golpeados durante la pandemia, veo errores que se están cometiendo en este regreso a los shows y las giras. 

Managers haciendo de prensa, agentes de prensa devenidos en managers, gente saltando de un rol a otro sin tener conocimiento o idoneidad al respecto, gestores culturales de cóctel en cóctel, de foto en foto, cuando por el contrario es crucial que haya gente idónea para realizar cada tarea y repensar lo necesario para salir de la crisis, pero actualmente, todo esto contribuye a profundizar, a confundir y generar falsas ideas o expectativas sobre el futuro de la música, la cultura y nuestra industria.

Me cuesta comprender el verdadero valor de los mercados culturales, su manera de organizarse y armar curadurías. Me parecen espacios de un gran valor pero me apena ver que el manejo que les dan, es más de amiguismo y turismo cultural que el de un espacio de apoyo y proyección para un sinfín de artistas independientes que necesitan creer y apoyarse en estos mercados, como algo que les permita sacar un verdadero provecho para su crecimiento. 

Soy de la escuela que todavía cree en la acción por encima del lobby y la burocracia. Me han cerrado muchas puertas por esto, pero también a fuerza de asumir riesgos, otras se han abierto.

Resumiendo algunas ideas y hablando de manera más coloquial, como si hablara con gente amiga, les diría a esos proyectos que están empezando, ya sea desde el rol de artista, manager o en el rol que quieran estar dentro de la música, que el verdadero camino es progresivo, se construye siguiendo pasos que van de menor a mayor y no saltándose los obstáculos sino incluso tropezando con ellos.  

Que si van a un mercado cultural, no crean que un manager de Instagram va a salvar su carrera. Generalmente estos mercados culturales llevan siempre a los siete productores de festivales de la región y ellos contratan los proyectos que manejan los gestores o managers con los que se sacan fotos tomando vino. 

Esto no es para desalentarnos sino para compartir mi visión y mi experiencia; es para que el golpe contra la pared duela menos o si es posible se esquive y se canalice el camino de una manera que genere mayor rendimiento y solidez a tu proyecto o carrera.

Mientras escribo este texto, que por momentos se vuelve un poco confesional, se me viene a la cabeza una anécdota reciente. Hace poco se realizó uno de estos mercados culturales en Argentina y hablando con una de las personas organizadoras, le pregunté de manera directa: 

¿Por qué hay gente hablando de la internacionalización de la música en Argentina, si esa gente no tiene idea de esta labor en el campo de acción concreta?  

Es decir, jamás les he visto en los terrenos de los que hablan, ni generando cruces entre grupos de distintas regiones, ni siquiera recorriendo un poco esos lugares de los que hablan, ni tampoco trayendo artistas a su región. 

Foto | Cortesía Karim Beldjoudi Kohn.

Lo consulté para ver si en la respuesta encontraba alguna lógica, algo que se hubiera escapado a mi entendimiento. Pero la respuesta que recibí fue que mi postura era vieja para el management actual y que yo era pequeño (tengo 38 años), refiriéndose a que mi experiencia era insignificante.

Este tipo de situaciones las vi repetidas veces en estos 15 años recorriendo América Latina y tengo contados con los dedos de una mano quienes son los que sí hacen gestión y están en movimiento, buscando hacer verdaderos lazos, movidos por el amor a la música, a la cultura, porque sí creen en la importancia del desarrollo cultural de un territorio, no sólo como respuesta a un cargo político, sino porque saben que la cultura nos nombra y representa como nadie puede hacerlo mejor. La cultura es la identidad de los pueblos, eso se defiende y se trabaja con amor y consecuencia.

En este tiempo de mundial de Qatar pienso en la frase de Maradona diciendo “la pelota no se mancha”. Pues la música, tampoco. No es leal ni digno disputarse espacios culturales como cargos políticos o de poder que les dé el cóctel ocasional en pos de un desarrollo cultural.

América Latina es enorme y trasciende las grandes capitales a las que llega todo. ¿Quién se toma el tiempo para llegar a esos otros lugares que no son las grandes capitales? ¿Quién asume el riesgo de desarrollar otros terrenos, de descentralizar, de hablar de las herramientas más básicas para construir con esos artistas que no acceden al subsidio del privado ni al del poder político?

Aclaro que mis pensamientos no son para descartar los mercados culturales, sino que sí podrían ser espacios legítimos para que sucedan cosas increíbles con los proyectos artísticos de Latinoamérica. 

Lo que pienso es, parafraseando nuevamente al mundo del fútbol, que estos espacios no se conviertan en una especie de Conmebol o Fifa, sino en espacios de real inclusión, de real apoyo, donde se pueda tejer redes que trascienden a los mismos de siempre.

Por lo tanto, esto que escribo no es porque yo quiera ocupar esos lugares, estoy seguro hay personas mucho más idóneas que yo, simplemente pido que reflexionemos sobre estos espacios para que se vuelvan un elemento de aporte real y no generen falsas expectativas a los proyectos que nacen y que intentan sostenerse en el paso del tiempo.

Autor | Karim Beldjoudi Kohn
Talent Manager – Agent Booker 


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