Quijotadas, un cuarteto caleño de la vieja guardia
MÚSICA CALEÑA || Mientras esperaba en el paradero me puse los audífonos y empecé a cambiar emisoras pues mi teléfono no es inteligente y su más avanzado gadget es una radio fm. Buscando un poco encontré un especial de rock vieja guardia y me quedé enganchado con los temas, nada mejor para esperar a Yebrail y Andrés antes de partir al ensayo del grupo instrumental Quijotadas.
TEXTO Y FOTOS: Leo De La Parca
A medida que avanzaban los temas el presentador hacía una pequeña reseña histórica de lo que pasaba con las bandas en esa época; sus problemas, sus aciertos, el entorno social y los interminables escándalos que provoca la vida del Rock Star. Divagando en eso, me entretuve mientras esperaba y me pregunté, —¿cómo será hacer una nota con una banda bien vieja guardia?—.
Entonces recordé que los pelaos de cuarteto Quijotadas, también tuvieron su época de “mechudos” e imagino que al igual que yo encontrarían en el rock la máxima expresión de rebeldía, —donde nos gustaba pensar que las bandas hacían la música que querían sin importar que nadie las escuchara y que no encajar era la mejor forma de resistir a lo establecido—. Cuando al fin llegan los parceros abordamos una buseta rumbo a la casa del tiplista.
Quijotadas es un cuarteto instrumental que interpreta música andina colombiana en su formato tradicional, haga de cuenta el trío Morales Pino, pero con una bandola más. Fueron ganadores del Gran Premio en la categoría Instrumental del Mono Núñez en 2014 y actualmente están dedicados a la docencia. Sus integrantes son; Yebrail (bandola), Andrés (bandola), Carlos (tiple) y Miguel (guitarra). Cuando los vi por primera vez parecían una banda de death metal, mientras que ahora se parecen más a “La Sonora Dinamita”. Es broma, simplemente son unos tipos talentosos que algún día tuvieron veinte años.
Nos instalamos en la casa de Carlos y nos pusimos a hablar del medio de la música, con anterioridad le había comentado a Yebrail sobre el recorrido que hice con mi parcero Andrés Mesa por diferentes mercados de la música y quería saber qué opinaban ellos de los actuales medios y plataformas de difusión.
“Actualmente la música se maneja a través de las redes, y eso está muy bien. Uno se imagina por ejemplo los grupos que se escuchaban antes y poder llegar a interactuar así con ellos, o verlos en vivo como a Metallica en la Patagonia hace poco, creo. Es chévere conectarte con los que siguen y escuchan la música que haces, pero a veces se vuelve una carrera de ver quién hace más para enganchar a la gente, es cuando veo que se distorsiona la idea de lo que es difundir tu música.”
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Ellos tienen claro que este es un mundo con un ritmo vertiginoso en el que todo debe estar en constante renovación para no perder figuración. Pero la popularidad no les preocupa.
“Un tema que toquemos es uno de millones y millones, y con tantos que somos en el mundo ¿quién nos va a escuchar? Creo que a nadie le alcanzaría la vida para escuchar toda la música que se hace.”
Qué opinan ellos en cuanto a las fusiones entre modernismo y tradicionalismo.
“Ahí el tema es que todos somos unos niños todavía, siempre queremos llamar la atención, y estamos muy descuidados en la parte de la originalidad.”
Muchas veces los géneros musicales pasan del underground a ser fenómenos muy populares. En el caso de la música andina colombiana me contaban cómo había sido esa vuelta. Pues aunque el recuerdo de Pedro Morales nos resulte distante, casi perdido en nuestra historia, la época del trío formado por Álvaro Romero, Diego Estrada y Peregrino Galindo es mucho más cercana ¡y esos si alcanzaron a vivir una auténtica vida de Rock Stars!
“Cuando el trío Morales Pino grababa su música (1960-80) tuvieron todos los privilegios de la época porque era la época de oro de la música andina Colombiana y era una música muy comercial. Ahora la música andina Colombiana está un poco relegada y los géneros comerciales son otros. Nosotros ahora seguimos en la lucha para que esta música en su formato tradicional y con nuevas versiones se mantenga y su público crezca.”
Recordamos los años en los que no parecían un grupo instrumental de música colombiana sino la versión caleña de Cannibal Corpse —mentira, bromeo de nuevo—. Simplemente hablamos de la vida del músico y sus etapas.
“Es una cuestión de vivencias, yo pasé por un grupo de rock y siempre he sido el mismo, serio, y el grupo se llamaba “Las Tetas de Carolina”. Tuve otras; “La Vecindad”, “Paradigma”, unos nombres todos raros y tocábamos temas de Metallica y todo. Siempre supe de la música Colombiana, pero cuando empecé a estudiarla fue que la conocí de verdad. Y es ahí cuando se pasa la etapa, el oído tiene una necesidad diferente después de todo el ruido que ha escuchado después de todos los vidrios rotos con la guitarra eléctrica.”
Quería saber entonces, ¿cuál es el público que usualmente les sigue?
“Como decía Volney Naranjo (que fue presidente de Sayco) en un Festival Nacional del Bambuco en Pereira; que estaba muy contento de ver tanto exponente joven, pero le preocupaba que el noventa por ciento del público ya tuviera un pie al otro lado.”
Al cabo de la conversación comenzó el ensayo, yo me quedé para escuchar los temas y al término de esto volví a mi casa. En la tarde mientras estaba en el paradero y oía la radio me preguntaba —¿cómo será hacer una nota con una banda bien vieja guardia?—, pues bien, pasé la tarde con un grupo que hace la música que quiere, como quiere y no les importa la popularidad, ¡eso es ser vieja guardia! Aunque ahora es una banda que toca sin distorsión, con un volumen más bajo y en los conciertos no hay pogo. Pero el felling es el mismo, un auténtico headbanging espiritual.
En la emisora ya no había rock, en su lugar, los sonidos de bandolas, tiple y guitarra, me quedan dando vueltas en la cabeza.