El debate sobre la ética periodística y la religión en Colombia
Existe un punto de vista que dice que la ética en Colombia está fundada en la moralidad católica. ¿La modernidad ha fortalecido la ética en Latinoamérica? ¿Ha contribuido a su erosión? Esta fue la pregunta que envío Wesley Tomaselli, al Consultorio Ético de la FNPI. A continuación compartimos la respuesta que Javier Darío Restrepo, director de la fundación, escribió.
Los principios éticos que rigen la vida de los colombianos fueron expuestos, inicialmente, por misioneros españoles que predicaron los principios morales del catolicismo. Es un hecho que tiene dos caras: una positiva y otra negativa.
Es positivo porque indujo una búsqueda de lo correcto y unas valoraciones morales de los actos fundadas en las elementales distinciones entre lo correcto y lo incorrecto, lo bueno y lo malo, tal como se encuentra en las Escrituras: los diez mandamientos, su ampliación en el Deuteronomio y en la predicación de Jesús. Ese sentido de la moral llegó a ser parte de la cultura nacional y de ahí provienen los valores que se les reconocían a los colombianos: el espíritu de trabajo, la honradez en los negocios y en la vida diaria, la solidaridad, el sentido del honor, que aún subsisten aunque su solo enunciado parezca un anacronismo. Esos valores, los que subsisten y los que se echan de menos, que se reconocen como irreemplazables para una vida en sociedad, tienen su origen en aquella remota catequesis.
Sin embargo esa evangelización llegó a ser un factor negativo, como lo ha puesto en evidencia la modernidad, porque descartó el ejercicio de la libertad en las decisiones éticas y la reemplazó por el miedo al castigo.
Siendo la ética autónoma, esa pedagogía misionera la hizo parecer heterónoma, es decir, impuesta desde afuera, y sacrificó, así, su valor esencial: la decisión libre, que hace a cada persona legisladora de sí misma, según la expresión kantiana.
Este fenómeno se ha repetido en todos los lugares por donde pasó la acción misionera de los catequistas españoles.
La modernidad, en cuanto ha vuelto la conciencia a los valores de independencia y libertad, o destacado otros valores como la autonomía o los de la vocación social de los humanos, ha creado un ámbito propicio para el crecimiento y maduración de una conciencia ética.
No se puede generalizar diciendo que antes eran más o menos éticas las personas; solo se puede concluir que hoy se ha progresado en el conocimiento de la ética, que las conquistas sociales en materia de libertad, en el fomento de un ambiente de tolerancia y respeto de los derechos ajenos, crean un clima propicio para el ejercicio y conocimiento de la ética.
Texto originalmente publicado en
fnpi.org
Reproducido con autorización.